jueves, 21 de junio de 2012




La hecatombe


Es una gran mansión, pensó el pequeño ratoncito al llegar al patio de esa gran casa. Su aspecto no pertenecía a la arquitectura de la época, tenía por lo menos 100 años de antigüedad. “Está habitada”, dijo el ratón al ver de la chimenea salir humo.

-Si está habitada, significa que hay comida - y con un gesto de éxtasis se imaginó una gran cantidad de manjares-, pero en su mente surgió la gran pregunta “¿cómo podré entrar?”. Era de sobra sabido que los de su clase nunca habían sido bien recibidos en ningún hogar, tenían que vivir en las sombras, ya que su sola presencia generaba en las mujeres terror, y en los hombres deseos de aniquilarlos. Ya varios de sus familiares habían muerto en la cruzada de buscar comida en grandes casas.

Por varios días había sobrevivido de las sobras y de algunos frutos que había cerca de la casa, pero gran parte de su tiempo lo tomaba para analizar y planear la forma de entrar a  ella. Entre sus largas y extenuantes vigilancias había notado que casi todas las ventanas eran abiertas en las mañanas, y que por una de ellas salía un hombre sacudiendo cobijas y cortinas, y de otra aparecía una mujer limpiando los enseres, ambos completamente cubiertos  de polvo. Cuando el sol iba llegando a la parte más alta, salía humo de la chimenea  y un delicioso aroma a estofado algunas veces, y otras a especies. Cuando caía la tarde, en una de las ventanas, veía a esa misma mujer de la mañana, practicando algún tipo de rito mágico con sus manos, ya que después de un tiempo tenía grandes pedazos de tela, que el hombre se ponía de vez en cuando, pero también notó otro comportamiento:cada 4 días el hombre salía, y al cabo de unas horas regresaba con una bolsa llena de lo que parecía rollos de lana.

Después de meditarlo, ingenió el plan para entrar en la casa, se preparó físicamente, estiró sus patas, revisó el perímetro, chequeó el movimiento del aire y el clima; sin dejar ningún detalle por fuera de la ecuación. También decidió no comer nada en la mañana, ya que la barriga llena lo hacía lento, lo volvía un objetivo vulnerable si el hombre lo encontraba. Ya tendría suficiente tiempo para un manjar después de llegar al gran cuarto del tesoro: la cocina.

Esperó pacientemente, petrificado en una sola posición, para que cuando las ventanas fueran abiertas empezara su maratónica campaña. Cuando el momento se dio, le ratoncito salió a correr hasta llegar a la pared exterior de la casa, luego trepó por un catre, hasta llegar al borde de la ventana. Ahí tuvo que esconderse, ya que la mujer salió con algo que parecía una carpeta llena de un polvo blanco, que por un momento nubló la vista del ratón, pero en breve, tanto la ceguera como la mujer desaparecieron. Aprovechó para entrar, y por primera vez divisó el interior de la casa. Era lo que los hombres llamaban una alcoba; sin pensarlo dos veces saltó al vacío y cayó sobre una suave almohada, probablemente de plumas de ganso o de pato, pensamiento que le produjo un escalofrió al imaginar el triste final de algunos de estos animales. De repente escuchó los pasos del hombre y tuvo que encontrar de nuevo un lugar donde esconderse, mientras pensaba lo irritante que era tener que ocultarse siempre.

El hombre entró a la habitación y con un vistazo rápido revisó la cama y la mesita de noche, se acercó a la ventana y la cerró de un fuerte golpe. Finalmente se marchó de la habitación. Un pequeño detalle  que el ratón no esperaba y que haría replantear su estrategia. De su frente salieron dos gotas de sudor, producto de la preocupación de cómo iba a escapar ahora, más que del esfuerzo que implicó entrar a la casa.

De momento decidió seguir con su misión: llegar a la cocina. Finalmente emprendió de nuevo el rumbo; al salir de la habitación se encontró con un gran corredor y  dos puertas, cruzó el codo del corredor y vio una habitación llena de lo que parecía sánduches de papel, envueltos en telas y cartones viejos. Girando su mirada encontró la sala, el comedor y una gran puerta de roble, pero no había rastro ni del hombre, ni de la mujer y mucho menos de la cocina. Esto aumentó más su preocupación. Por primera vez en el día se arrepintió de no haber comido nada antes de entrar, así hubiera sido una simple semilla.

En la ventana ya se empezaba ver el último rayo de luz y su barriga comenzaba a pedirle comida; su fuerza había decrecido a un estado mínimo, el esfuerzo que le generó subir el catre sin alimento en su barriga lo dejo débil, y los minutos del viejo reloj de la sala seguían pasando.

En un estado de delirio, a un paso lento y tambaleándose llegó a ese cuarto lleno de papel, y por un momento le pareció una idea excelente probar esos sánduches de tan extraña forma, que estaban rellenitos de papel. Así poco a poco fue recuperando algo de sus fuerzas. En ese momento el hambre lo era todo, no le importó si lo encontraban producto de todo el ruido que provocaba al dejar caer columnas de papel, pero sucedió algo; una pista que dio al ratón esperanza de llegar a su verdadero objetivo. De la gran puerta de roble se escucharon los pasos acelerados  del hombre; el ratoncito simplemente se acercoó para intentar escuchar lo que sucedía al otro lado de la puerta, y no fue mucho lo que consiguió: unos pasos ,, un vaso cayendo y los murmullos del hombre explicándole a la mujer algo respecto a la presencia de alguien más en la casa. Por esa noche no sucedió nada más y el ratón buscó un sitio donde descansar.
Al otro día el aroma a comida lo despertó y este aroma venía de atrás de la puerta, pero ésta era demasiado gruesa para roerla y pasarla le tomaría semanas. Debía buscar otro método para acceder a la parte frontal de la casa; por un momento pensó en esperar a que las personas que la habitaban , fueran a limpiar las alcobas, pero pasaron los días y la sección de la casa se iba llenando de más polvo; era obvio que los habitantes del lugar no volverían a esa zona.

Pensando y pensando, no vio más alternativa que hacerse camino él solo. Determinado empezó a rasgar la madera, con la esperanza de crear un agujero lo suficientemente grande para pasar al otro lado, tarea que le llevo bastantes semanas. Cuando no se encontraba en la tarea del hueco, exploraba por las habitaciones, encontraba ropas viejas, álbumes de fotos y viejas cartas de amor. En las mañanas se daba un manjar de papel arrugado, aunque la rutina lo tenía bastante irritado. Algunos días no trabajaba y solo se quedaba escuchando los ruidos del otro lado de la casa, tratando de descifrar qué sucedía, pero el silencio inundaba la atmósfera y no había señales de la mujer ni del hombre.

Después de casi tres semanas de intenso trabajo, por fin vio los primeros frutos del esfuerzo; creó una forma para comunicar las dos zonas de la casa, y lo mejor era que la cocina y todos sus manjares ahora estaban a su alcance, siempre y cuando el hombre no lo descubriera y decidiera aniquilarlo.

Esta zona, a diferencia de la sala y el comedor, estaba limpia, tenía un gran corredor, a su derecha se encontraba el baño, y a su izquierda la cocina;  al frente había dos puertas y en el fondo unos muebles y una gran puerta blanca.

Sin más preámbulos y siguiendo sus instintos corrió hacia la cocina. Por un momento se sintió extasiado al ver la cantidad de vegetales y panes de todo tipo, algo que parecía ser frutos secos, y una pequeña ollita donde quedaban los rastros de un sabroso estofado. Se acercó y la olió con tan mala suerte que la ollita cayó y el ruido resonó por toda la cocina y parte del corredor.

Como un mal presagio, empezó a escuchar los pasos de la pareja corriendo de un lado al otro, producto de esto buscó refugio, pero a pesar de que por su mente pasaron las peores y más tristes escenas del fin de su vida, ocurrió algo inesperado. La puerta principal, aquella puerta blanca que estaba al fondo del corredor se abrió, y de un fuerte estallido se cerró, indicado que la casa había quedado sola. Atónito y confundido salió de su refugio, miró por un segundo la ollita que había caído, bajó de la repisa donde se encontraba, se acercó, y con su patica tomó un poco de los restos de comida que en la olla había, los llevo a su boca y de sus ojos brotó una luz especial. Empezó a reír y a saltar; finalmente estaba solo.
-“Todo esto es mío ahora, esta casa y todo lo que en su interior hay serán mis posesiones;  esta casa se conocerá como la embajada para todos los ratones del mundo”, pensaba,- mientras su pecho se hinchaba, y la comida se  salía de su boca.

Pensó en todos sus amigos y lo grande que llegaría a ser su nombre; el único  ratón capaz de conquistar una casa sólo!, cuando recordó algo: -“¿y ahora cómo salgo de aquí?”.


miércoles, 13 de junio de 2012


escrito basado en la pelicula de George Melies


Viaje a la Luna

En la academia de los alquimistas, un público espera el anuncio de su líder. En el público se podía distinguir a varios sabios por sus largos trajes, decorados de astros celestes  y  por sus gorros en forma de conos, también se encontraban los ciudadanos más importantes, con sus elegantes vestimentas en la parte superior del recinto.
Cuando el líder de los alquimistas llegó, un hombre viejo de larga barba, llevaba un atuendo similar al de los sabios, pero su presencia inspiraba respeto en los asistentes. Tanto los ciudadanos como los sabios dirigieron su mirada al viejo hombre y a un pequeño tablero, donde el anciano explico por medio de dibujos la manera más sencilla de llegar a la luna. Ante tremenda idea se desato una discusión entre los mismos sabios, pero las palabras y la misma presencia del líder apaciguo la disputa.
Solo quedaba realizar los preparativos para tan grande hazaña, revisaron el trabajo de los obreros, la calidad del vehículo y finalmente la trayectoria de su viaje.
Cuando el día llegó, un grupo de jóvenes vestidos de blanco hacían guardia en la zona de despegue acompañados de un hombre de negro, quien era el encargado de controlar los detalles relacionados con el despegue.  De repente el líder acompañado  de algunos de los sabios aparecieron en el sitio de despegue, donde el vehículo que tenía la forma de una bala gigante los esperaba.
El viejo y su compañía abordaron su vehículo, mientras algunos de los jóvenes de blanco  introducían el vehículo en el gran cañón. Cuando tanto el cañón, como la gente que quería ver el despegue estuvo lista, el capitán dio la orden de activar el cañon.
El cañón disparó al vehículo por los aires, el ruido y el humo creó entre los asistentes un estado euforia y alegría. El vehículo se acercaba más a su destino: la luna, una gran masa blanca, aparentemente viscosa muy semejante a la capa de los ponqués.
Cuando el vehículo chocó con la luna, su rostro se desfiguro, y se reflejó un gesto de dolor. El viejo y los demás salieron del vehículo, y vieron un escenario rocoso como las columnas que genera la tierra en los arrecifes, exploraron el terreno hasta que finalmente  el viejo les indicó la hora de dormir, cada uno sacó su manta y se sumieron en un sueño profundo, de la nada aparecieron unos astros, que en principio eran solo rostros y luego tomaron formas, a cuidar del sueño de estos exploradores, los rociaron con polvo estelar hasta que ellos despertaron.
Después de ponerse en forma, decidieron explorar las profundidades de la luna, el líder siempre iba primero guiando su camino. Cuando entraron en una de las muchas cuevas de la luna, se encontraron con una jungla extraterrestre compuesta por diferentes tipos de hongos y pasadizos llenos de una especie de vegetación mohosa, el líder que llevaba un paraguas lo insertó en suelo, y sucedió algo inesperado, su paraguas empezó a tomar la forma de un gran hongo que logró superar la altura del viejo hombre, este saltó atrás asustado, sin saber que era vigilado por un extraño ser que en breve hizo su aparición, su forma se asemejaba mas a un anfibio, aunque podía mantenerse en pie con sus dos patas traseras, necesitaba desplazarse en sus cuatro extremidades. El viejo al ver a este ser, tomó su bastón en una actitud defensiva, y cuando el ser trato de atacarlo, el viejo con un movimiento rápido lo esquivó, y con la parte superior de sus bastón impactó en la cabeza de este ser, que se explotó dejando un rastro de polvo estelar. Cuando creyeron estar a salvo una manada salvaje de seres los atacó y en efecto los capturó.
Fueron guiados hasta el rey de esa especie, quien los condenaba a muerte por el asesinato de uno de los suyos, mientras tanto el viejo desesperadamente intentaba liberase, corriendo con suerte de que el rey pidiera que lo acercasen para castigarlo y así mostrarles el tipo de castigo que le daría los demás y a cualquiera que no acatara las reglas de la tribu.
Cuando el viejo se encontraba frente al rey, consiguió liberarse de sus ataduras, con un movimiento que requirió mucha agilidad y algo de suerte, tomó su bastón que se encontraba al lado del trono, tomado por los seres como botín de guerra, y con un fuerte golpe en el pecho empujó al rey al suelo, corriendo con tan mala suerte, que su cabeza fue la primera en impactar, explotó en polvo estelar.
Ante el suceso, todos los seres, quedaron paralizados un tiempo con la muerte de su rey, tiempo que el viejo líder aprovechó para liberar a sus compañeros, y escapar. Cuando la tribu reaccionó inmediatamente tomaron sus lanzas y armas de guerra, corriendo detrás de los presos y su líder.
La persecución fue tremenda, en algunos momentos vieron su muerte inminente, cuando las lanzas rozaban su cuerpo con la intención de perforarlos y asesinarlos, pero en el momento de mas preocupación el viejo diviso el vehículo en un precipicio, en efecto ellos corrieron hacia ella esquivando todo tipo de obstáculos. Ya en la bala, uno de los sabios decidió quedarse fuera y empujar la gran bala por el precipicio, saltando antes de que la bala lo dejara, en el momento preciso, uno de los seres salto hacia la bala , agarrándose de unos tubos en parte trasera.
La bala cayó directamente al océano, donde un barco de propiedad de la academia de alquimistas los recogió.


domingo, 10 de junio de 2012

Desde el momento en que el hombre, descubrió la forma de hacer de la imagen movimiento, así mismo unir con sonido, han parecido miles de grandes propuestas audiovisuales, para todo los gustos y todas las edades, pero esta vez hay una propuesta que ha llamado mi atención. Se trata de un colectivo audiovisual llamado Shynola, originarios de Inglaterra, presentan una propuesta donde la animación y la experimentación son la mano derecha, para la creación de videoclips y de pequeños cortos. Aquí les dejo el link para que lo mire:http://www.shynola.com/main.html